6.- VILAFRANCA DEL PENEDÈS

Industria y comercio.

Corre nuestro automóvil sobre una carretera nueva; rodeamos algún que otro altozano, dejamos atrás las apiñadas casas de alguna aldea, la blanca silueta de la masía junto al camino; y a la derecha, a izquierda, por doquier, parecen prolongarse hasta lo infinito las simétricas líneas de vides. Estamos en el Pendedès, la comarca feraz de los viñedos, donde se elaboran los vinos más renombrados de España  y el extranjero. 

Vilafranca es la población más importante de la comarca, donde convergen las actividades vinícolas, y en la que el comercio alcanza un notable desarrollo. 

Cuenta la población con muchas casas exportadoras, que son controladas por los obreros que en ellas trabajan. El vino es la principal riqueza de aquí y la base esencial para efectuar el interambio. Nos dicen los camaradas de Abastos que ya han sido hechas con Francia diversas transacciones comerciales, consistentes en el intercambio de productos. 

Aparte de la agricultura y el desarrollo comercial, no tiene la población industria de importancia. Cuenta con alguna fábrica de géneros de punto, algunos talleres metalúrgicos que han sido colectivizados, así como el transporte en general. También hay una fábrica de hojas para máquinas de afeitar que funciona bajo la dirección de los trabajadores. Por los aledaños de la localidad hay unas minas, cuya extracción de mineral puede proporcionar un tanto por ciento elevado de aluminio. Dichas minas, bastante antes del movimiento revolucionario, estuvieron una temporada en explotación; luego, por la incuria de la empresa que estaba al frente del negocio, fueron relegadas al mayor abandono. 

Actualmente el Municipio piensa ponerlas en actividad y hacer que den el mayor rendimiento. También trabajan en colectividad los obreros ladrilleros. 

Hemos de dejar sentado que toda la labor llevada a efecto para organizar las colectivizaciones ha sido impulsada por los camaradas de la CNT, que en esta localidad son aproximadamente en número de 2.500 afiliados. En lo que atañe a la agricultura están los "rabassaires" en gran cantidad. En diversos pueblos de la comarca, comprendiendo los campesinos la importancia que encierra la obra colectivizadora, comprendiendo el error en que se hallaban al enfrentarse contra ella, colectivizan sus propiedades. 

Quisiéramos disponer de espacio suficiente para dedicar un extenso trabajo reseñando cuanto hemos visto y dando a conocer al lector las interesantes explicaciones que se nos han dado. No podemos hacer otra cosa que dar una rápida mención de todo ello. 

En las dependencias de la estación, admiramos la copiosa biblioteca, donde, referentes a la especialidad vitivinícola y redactadas en los idiomas español, francés, inglés e italiano, hay más de dos mil volúmenes. Figuran, además, las principales revistas nacionales y extranjeras, a las que el establecimiento está suscrito. 

Hemos estado en las aulas de experimentación para alumnos; en las bodegas, donde se guardan los caldos que han pasado por los experimentos necesarios para darles la calidad debida. Nos hemos detenido en los bien montados laboratorios, donde a cargo de personal experto en la materia, se verifican los análisis del vino y todas aquellas experimentaciones que incluye la enología. 

La obra cultural del Municipio.

Aunque son muchas las actividades municipales, una de las cuales estriba en efectuar una completa estadística de la propiedad urbana con miras a estudiar la forma más adecuada para munipalizar las viviendas, no por ello se ha echado en olvido la labor cultural.

En lo que antes fue cuartel para soldados de caballería, actualmente se ha habilitado una magnífica escuela. En ella habrá 24 aulas, teniendo ya 16 dispuestas para clase. 

Aparte los 96 refugiados, procedentes del Asilo de la Paloma, de Madrid, tiene Vilafranca procedentes también de Madrid unos 120 niños. Se ha procurado que estos niños no careciesen de escuela. 

Hay que notar que están todos contentísimos en su nueva residencia e incluso algunos chapurrean el catalán. 

Al objeto de que puedan deleitarse e instruirse, los domingos por la tarde se hace cine gratuito para los niños y niñas de las escuelas. 

Se ha creado el Ateneo Popular en el local donde antes estuvo el Centro Agrícola del Penedès, lugar preferido por los potentados, que con revolución huyeron como liebres. 

En dicho Ateneo se piensa iniciar unos cursos de segunda enseñanza, que prometen ser muy concurridos por ambos sexos. En la masía Puig-reig, que actualmente está munipalizada, se quiere montar una escuela de agricultura, la cual será de sumo interés para la comarca. 

Una fábrica de milagros.

Ya Víctor Hugo señalaba la decadencia de la religión. Decía que las balanzas que en un tiempo se usaban en Holanda para pesar a las infelices que la Iglesia consideraba como brujas, actualmente sirven para pesar quesos. En Vilafranca, no cabe duda que también ha llevado gran fracaso la religión; tanto es así, que la iglesia ha sido transformada en un almacén, donde se acumulan las más diversas mercancías. 

A las afueras de la población existe una vieja casa de campesinos denominada "Molí d'en Rovira". Dicen que allí nació una tal María Rafols, una de esas pobres mujeres histéricas, que han procurado explotar curas, frailes y monjas. Les dio por propagar que dicha María Ráfols era santa, con poder para hacer milagros. Esos milagros nadie los ha visto, ni siquiera las gentes más bobas y fáciles de engañar. 

La clerigalla de la comarca comprendió que podía explotar la memoria de la infeliz Ráfols, fallecida en un rincón del convento. Pensaron en levantar junto a la casa donde nació la "santa" un soberbio edificio, una "fábrica de milagros", para hacer la competencia a sus compinches de Lourdes. 

La Revolución truncó sus propósitos, y esa famosa "fábrica de milagros", el soberbio edificio, cuyo coste estaba cifrado en cinco millones de pesetas, quedó sin concluir. 

Actualmente, habiéndose el Municipio incautado del edificio, se piensa habilitar para hospital o sanatorio las mejores dependencias, que ya estaban terminadas, y en donde habitaban unas cuantas monjas, que huyeron allí ropas y enseres.